miércoles, 26 de enero de 2011

Ni de aquí, ni de allá.

Esto no es lo primero que escribo, pero si lo primero que comparto. Las razones sobran y van desde aplacar un poco mi mente o tratar de encontrarme a mi misma hasta una ola de melancolía o un spm insoportable.
Tómenlo como un paseo, a veces en días y lugares obscuros y otras veces por lugares y días soleados.

Normalmente  me he considerado una persona a la que le favorecen y hasta cierto punto, gustan los cambios, de ahí que una de mis cualidades es ser adaptable. En este momento de mi vida, estoy pasando por uno que a pesar de que decidí tomarlo conciente de todo lo que representaba,  me ha costado mucho mas trabajo de lo que pensé,  las situaciones son las que había previsto, simplemente pensé que sería mas fácil o que mi fuerza interior estaría en mejor estado  y es en medida razonable, que después de un año de golpes emocionales, físicos y laborales, que mi animo y ganas estén caídos y en ceros. Y no creo que sea en sí el cambio de ciudad,  porque  no es la primera ni la última vez que me cambio de ciudad,  creo que es todo lo que uno arrastra consigo lo que lo vuelve más difícil.

Soy nacida en el Distrito Federal,  a los 5 años me trajeron a vivir a Monterrey de lo que por supuesto recuerdo muy poco. Sin embargo se puede decir que aquí crecí, pasando las tardes de verano jugando béisbol, escondidas y andando en bici o brincando la cuerda en la calle a las 10 pm para evadir el calor encerrado dentro de la casa.  Y en invierno corriendo a ver la temperatura en el noticiero matutino esperando que marcara 0°C para no ir a la escuela.
En Junio de 1994, tenía 15 años con un grupo de amigas con las que había ido creciendo y mi examen de la prepa hecho y aprobado y de la nada mis papas anunciaron que nos mudábamos a León, llegamos al rancho de mis abuelos, mientras mis papas conseguían casa en León, pero recuerdo haberme sentido arrancada, ignorada, obligada y  hasta cierto punto ofendida por el cambio. A eso súmenle que en Silao no hay muchas opciones y me refundieron en un colegio de monjas (que despertó la rebelde poco religiosa que ahora soy) bajo pretexto de que era lo mejor que había ahí y de alguna manera me encargaba de mis hermanos, sus tareas y ropa y etc.,  la búsqueda de casa llevó un año. Mismo en el que conforme hice algunos amigos  poco a poco me iba  desprendiendo de mi añorado Monterrey  y mis amigas.
Se logró, nos fuimos a vivir a León,  casa nueva, perro nuevo, obviamente escuela y mas amigos nuevos,  al terminar la prepa en el 97  ya no extrañaba Monterrey y hasta cierto punto tenia remordimiento de conciencia por no saber nada de mis amigas, mismo que se fue diluyendo en mas nuevos amigos en la universidad  y lo que esa etapa lleva.
En el 2004, con 25 años, graduada y pasada por recorte de personal del lugar donde trabajaba, decidí cumplirme uno de mis sueños, vivir en el D.F. prácticamente agarré mis 12mil pesos de liquidación y me fui de una de las peores etapas de mi vida para crear lo que ha sido hasta ahora, la mejor.

No se si sea por evasión o simplemente por frialdad, pero volví a dejar muchos amigos atrás, la ciudad no me importaba, León nunca me gustó y puede que no sea por la ciudad en sí, sino por todo lo que hubo ahí. Lo pesado de eso fue dejar a mi  familia.
Son muy pocos los amigos de León con los que sigo teniendo contacto y con los que realmente me entiendo hoy en día, obviamente cada quien ha hecho su vida, la mayoría casados y llenos de hijos, mientras yo me realizaba mas que profesional, personalmente. Hubo un punto después de 6 meses de estar en el D.F. en el que dudé y me regrese a León,  porque dudaba si en realidad quería estar en el D.F. o si me había ido de León huyendo de mis problemas y resulto que no, que si quería estar en el D.F.  y 2 meses después pude regresar al trabajo que tenía y de ahí todo fue de subida.

Me sentía como vuelta a nacer, realizada pues había logrado ser quien anhelaba ser a los 12 años. Conocí a DJ, un amigo quien después además de ser amigo, sería un roomate excelente, de esos hermanos que la vida nos pone,  que es reflejo de casi todos los fragmentos que soy o fui y con el que logré entenderme incluso sin hablar. Y amigos con los que podía platicar sin reserva, sin esconderme, como soy, como fui…transparente.

Hasta el año pasado en que me topé con un trabajo lleno de posibilidades pero todas ilusiones, conocí mucho, aprendí mucho pero nada se dio, después de ser humillada a nivel intelectual por ser mujer , terminó en desempleo, con mi salud en decadencia y en las manos del demonio que consume almas, llamado depresión.

Mi mama había puesto sobre la mesa la propuesta de venirme a Monterrey desde el primer día en que ella regresó aquí, pero dejo de insistir por un tiempo,  hasta el día en que me quedé sin trabajo y mientras veía como me enfermaba cada vez más, mas insistía,  aun con faringitis y con el poco respiro que me daba la tos,  lograba defenderme.
Estuve en retiro de desintoxicación de junio a septiembre en el rancho y fue casi obligado pues en una visita que me quedé dos semanas para ayudar a mi tía, Kuki que atiende a mi abuela de 88 años con medio cuerpo paralizado y que para entonces salía de un herpes muy fuerte, además de atender a la mayoria de familia que deambula por ahí.  Resultó que me rompí una costilla, consecuencia de las broncas de salud que traía  y pues sin trabajo y sin dinero, Kuki me ofreció quedarme a recuperarme, sumado a ello que el departamento en Clavería. era tercer piso y que prácticamente no me podía mover mucho,  acepté.
Y han sido de los mejores meses en que he estado ahí, conectada con plantas, animales, campo y con la parte mas fuerte de mis raíces, no voy a negar que en un punto pensara en quedarme ahí, pero no podía seguir dejando que DJ cargara con todo el barco Clavería. Esto se tenía que resolver pronto. Con los doctores, la familia y mi conciencia atrás diciéndome que el D. F. me estaba haciendo daño y no por pura necedad, en verdad estaba padeciendo las consecuencias una mezcla no muy buena, de vías respiratorias débiles y alta contaminación.

Fueron 3 meses de estar pensando y pensando y pensando y  finalmente tome la decisión y la parte difícil hasta ahora no fue la decisión de venir a monterrey, lo difícil fue decidir y aceptar dejar el D.F., por ponerlo de alguna forma “tenia que cortarme la mano para salvar mi vida” pues estaba, estoy enamorada, pues me dio muchas alegrías, muchas experiencias y realizaciones, ahí había sido la mejor versión de mi y tenía que dejarlo, me sentía como con aquel trabajo “casada con un marido golpeador” porque lo amaba mucho pero me estaba acabando y con el esfuerzo y lagrimas de todos … aquí estoy, diferentes los dos. con16 años mas los dos, golpeados los dos.
Buscando enamorarme y conocer de nuevo la ciudad que una vez me dolió tanto dejar.
Si se dan cuenta,  ciudades vienen y van y hasta ahora la gente también.
El reto esta vez  es lograr dejar la ciudad atrás y  quedarme con los amigos.

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